Comentario
Capítulo 37
Del baptismo de la criatura, y de todas las cerimonias que en él se hazían, y del poner el nombre a la criatura, y del combite de los niños, etc.
Al tiempo del baptizar la criatura, luego aparejavan las cosas necessarias para el bateo, que era que le hazían una rodelita y un arquito y sus saetas pequeñitas, cuatro, una de las cuales era del oriente, y otra del poniente, y otra del mediodía, y otra del norte. Y hazíanle también una rodelita de masa de bledos, y encima ponían un arco y saetas, y otras cosas hechas de la misma masa. Hazían también comida de mulli o potaje con frixoles y maíz tostado, y su mastelejo y su mantica. Y a los pobres no les hazían más del arco y las saetas, y su rodelilla, algunos tamales y maíz tostado. Y si era hembra la que se baptizava, aparejávanla todas las alhajas mugeriles, que eran adereços para texer y para hilar, como era huso y rueca y lançadera, y su petaquilla y vaso para hilar, etc., y también su huipilejo y sus naoas pequeñitas.
Y después de haver aparejado todo lo necessario para el bateo, luego se juntavan todos los parientes y parientas del niño, viejos y viejas; luego llamavan a la partera, que era la que baptizava a la criatura que havía parteado. Juntávanse todos muy de mañana ante que saliese el sol; y en saliendo el sol, ya estava algo altillo, la partera demandava un librillo nuevo lleno de agua, y luego tomava al niño entre ambas las manos, y luego tomavan los circunstantes todas las alhajuelas que estavan aparejadas para el baptismo y poníanlas en el medio del patio de la casa. Y para baptizar el niño poníase la partera la cara hazia el occidente, y luego començava a hazer sus cerimonias, y començava a dezir: "¡Oh, águila! ¡Oh, tigre! ¡Oh, valiente hombre, nieto mío! Has llegado a este mundo. Hate embiado tu madre, tu padre, el gran señor y la gran señora. Fueste criado y engendrado en tu casa, que es el lugar de los dioses supremos, del gran señor y de la gran señora que están sobre los nueve cielos. Hízote merced nuestro hijo Quetzalcóatl, que está en todo lugar. Y agora júntate con tu madre la diosa del agua, que se llama Chalchiuitlicue y Chalchiuhtlatónac".
Dicho esto, luego le dava a gustar el agua, llegándole los dedos mujados a la boca, y dezía de esta manera: "Toma, rescibe. Ves aquí con qué has de bivir sobre la tierra para que crezcas y reberdezcas. Esta es por quien tenemos y nos mereció las cosas necessarias para que podamos vivir sobre la tierra. Rescíbela". Después de esto tocávale los pechos con los dedos mujados en el agua y dezíale: "Cata aquí el agua celestial. Cata aquí el agua muy pura que lava y limpia nuestro coraçón, que quita toda suziedad. Rescíbela. Tenga ella por bien de purificar y limpiar tu coraçón". Después de esto echávale el agua sobre la cabeça, diziendo: "¡Oh, nieto mío, hijo mío! Rescibe y toma el agua del señor del mundo, que es nuestra vida, y es para que nuestro cuerpo crezca y reberdezca; es para lavar, para limpiar. Ruego que entre en tu cuerpo y allí viva esta agua celestial azul y azul clara. Ruego que ella destruya y aparte de ti todo lo malo y contrario que te fue dado ante del principio del mundo, porque todos nosotros los hombres somos dexados en su mano, porque es nuestra madre Chalchiuitlicue". Después de esto lavava la criatura con el agua por todo el cuerpo y dezía de esta manera: "A donde quiera que estás tú, que eres cosa impezible al niño, déxale y vete. Apártate de él, porque agora vive de nuevo, y nuevamente nace este niño. Agora otra vez se purifica y se limpia; otra vez le forma y le engendra nuestra madre Chalchiuitlicue".
Después de hechas las cosas arriba dichas, tomava la partera al niño con ambas manos y levantávalo hazia el cielo, y dezía: "Señor, veis aquí vuestra criatura que havéis embiado a este lugar de dolores y de aflicciones y de penitencia, que es este mundo. Dalde, señor, vuestros dones y vuestras inspiraciones, pues vos sois el gran dios y también la gran diosa". Cuando esto dezía, estava mirando hazia el cielo, tornava un poco a poner el niño en el suelo y tornava la segunda vez a levantarle hazia el cielo, y dezía de esta manera: "Señora, que sois madre de los dioses y os llamáis Citlalatónac, y también Citlalicue, a vos se endereçan mis palabras y mis vozes, y os ruego imprimáis vuestra virtud, cualquiera que ella es. Dalda; inspiralda a esta criatura". Y luego le tornava a poner, luego la tercera vez tornávale a alçar hazia el cielo, y dezía: "¡Oh, señores dioses y diosas celestiales, que estáis en los cielos! Aquí está esta criatura; tened por bien de infundirle y en inspiralle vuestra virtud y vuestro soplo para que viva sobre la tierra". Y luego le tornava a poner, y de ahí a un poquito la tornava a levantar hazia el cielo, la cuarta vez, y hablava con el sol, y dezía: "Señor sol, y Tlaltecutli, que sois nuestra madre y nuestro padre, veis aquí esta criatura, que es como un ave de pluma rica, que se llama çacuan o quéchul. Vuestra es, y he determinado de os la ofrecer a vos, señor sol, que también os llamáis Totonámetl y Xipilli y Cuauhtli y Océlutl, y pintado como tigre de pardo y negro, que sois valiente en la guerra. Mirad que es vuestra esta criatura y es de vuestra hazienda y patrimonio, que para esto fue criada, para os servir, para os dar comida y bevida. Es de la familia de los soldados y peleadores que pelean en el campo de las batallas". Y luego tomava la rodela y el arco y el dardo que estavan allí aparejados; dezía de esta manera: "Aquí están los instrumentos de la milicia, que son la rodela, etc., con que sois servido, con que os gozáis y deleitáis. Dalde el don que soléis dar a vuestros soldados para que pueda ir a vuestra casa llena de deleites, donde descansan y se gozan los valientes soldados que mueren en la guerra, que están ya con vos alabándoos. ¿Será por ventura este pobrezito maceoal uno de ellos? ¡Oh, señor piadoso, hazed misericordia con él!".
Y todo el tiempo que estas cerimonias se están haziendo, está ardiendo un hachón de teas grande y gruesso. Acabadas todas estas cerimonias, ponen nombre al niño, de alguno de sus antepasados, para que levante la fortuna y suerte de aquel cuyo nombre le dan. Este nombre le pone la partera o sacerdotissa que le baptizó. Pongo por caso que le pone por nombre Yáutl: comiença luego a dar vozes y habla como varón con el niño, y dízele de esta manera: "Yautlé, Yautlé -que quiere dezir 'hombre valiente'-, rescibe, toma tu rodela, toma el dardo que es poderoso para la batalla de todo el día". Y luego le ponían la mantillita atada sobre el hombro, y le ciñen un maxtli.
En este tiempo que estas cosas se hazen, júntanse los muçuelos de todo aquel barrio, y acabadas todas estas cerimonias, entran en la casa del baptizado y toman la comida que allí les tenían aparejada. Y a ésta llamavan "el ombligo del niño"; y salían huyendo con ella. Ivan comiendo la comida que havían arrebatado. Y luego començavan a vozes a dezir el nombre del niño; y si era su nombre Yáutl, ivan diziendo: "¡Oh, Yáutl! ¡Oh, Yáutl! Vete hazia el campo de las batallas. Ponte en el medio donde se hazen las guerras. ¡Oh, Yáutl! ¡Oh, Yáutl! Tu oficio es regocijar al sol y a la tierra, y darlos de comer y bever. Ya eres de la suerte de los soldados, que son águilas y tigres, los cuales murieron en la guerra y agora están regocijando y cantando delante del sol". Ivan también diziendo: "¡Oh, soldados! ¡Oh, gente de guerra! Venid acá; vení a comer el ombligo de Yáutl". Estos muchachos representavan a los hombres de guerra, porque robavan y arrebatavan la comida que se llamava "el ombligo del niño".
Después que la partera o sacerdotissa havía acabado todas las cerimonias del baptismo, metían al niño en casa, y iva delante de él el hachón de teas ardiendo. Assí se acabava el baptismo.